TRAVESIA ENTRE BLANCAS Y NEGRAS

Por Rafael Vega Curry

Para El Nuevo Día
IMG_3832 copyBrenda Hopkins se siente feliz y afortunada. En su ya extensa carrera musical, nunca había estado tan satisfecha con una de sus propias grabaciones como lo está con “Aeropiano”, su quinto álbum, que ya ha recibido positivas críticas internacionales y ha sido difundido por las ondas radiales de casi una treintena de países.

El disco fue elegido como el cuarto mejor de 2014 por la Fundación Nacional para la Cultura Popular.

“Quería decirle a la gente, desde la primera canción, ‘esto es distinto, esto es nuevo’”, dice Hopkins sobre la intensa emotividad que distingue a la grabación. “Siento que por primera vez logré depositar en un mismo lugar todo lo que soy”.

Fruto de un estallido de inspiración de la pianista, “Aeropiano” es un álbum en el que Hopkins emplea por primera vez instrumentos como guitarra eléctrica, violonchelo, tabla y barriles de bomba. Su variedad de estilos, sentimientos e inclinaciones redunda en una especie de suite que fluye con incesante creatividad y un firme carácter melódico.

“He aprendido a respetar mucho la inspiración”, expresa la artista. “Me empezaron a llegar estas canciones con las que armé una historia, aunque al principio no me parecía que fuera a ser así. Llegaban unas detrás de otras, casi completas, con su estructura y todo, no como pedazos o ideas sueltas. Casi me daba miedo quedarme sola con el piano, pues me seguía llegando más música. Quise documentar toda esa inspiración”.

De madre corozaleña y padre natural del estado de Michigan, Hopkins cuenta con un Bachillerato en piano clásico del Conservatorio de Música de Puerto Rico, una Maestría en improvisación contemporánea de New England Conservatory y un grado doctoral en Musicología en la Universidad de Granada, España.

Todas esas experiencias se reflejan en “Aeropiano”, cuyo título, cuenta Hopkins, se refiere a “mi forma favorita de viajar, sin mapa”. Es una suma de todas sus facetas, con jazz, toques de bomba, acentos rockeros, temas flamencos y hermosas melodías.

“Pero todo fluyó de una manera natural. No hubo que forzarlo. Cuando se habla de fusión debe ser así, no fabricada artificialmente”.

De hecho, así fue que la pianista –quien se desempeña como profesora en la Universidad Interamericana, recinto de Cupey- se acercó inicialmente al jazz, de modo enteramente espontáneo. “Me apasiona la improvisación, crear en el momento y ese sentido de riesgo, de tomar decisiones actuadas, ver lo que sucede”, relata. “Lo hacía desde pequeña, sin saber si era jazz o qué. Eventualmente uno va descubriendo artistas –como Keith Jarrett, Myra Melford, Miles Davis y Thelonious Monk- y me di cuenta de que ese era el mundo donde quería estar”.

Una de las mejores cualidades de “Aeropiano” es, precisamente, la naturalidad con que cada tema se va encadenando con el próximo, en un maravilloso y genuino “flow”. “Tomo mucho cuidado con eso”, comenta la artista. “Cada canción está puesta en el orden que tiene que ir. Para ello, lo primero fue decidir las canciones que incluiría, pues habíamos grabado 23 en total (el disco incluye 15)”.

En ese sentido, la secuencia de “Ángela”, “Búscame en el viento” y “Vincent” integra una especie de mini-suite dentro de la suite.

“Eso no fue planificado”, asegura la pianista, quien compuso esos temas tras conocer “la inesperada muerte de Ángela, mi mejor amiga en España, a causa de un infarto mientras dormía. Cada uno narra algo en particular: el primero recuerda su vida; el segundo, su muerte; el tercero es una canción de consuelo a su esposo”.

Pero esos no son los únicos temas narrativos del álbum. “‘Corozaleando’ alude a los viajes para ir a visitar a la familia en Corozal cuando yo era pequeña, por todas aquellas curvas, lo que para mí era una aventura”, recuerda Hopkins. “‘Westland Avenue’ es el vecindario donde vivía en Boston, con un ambiente cultural y rodeado de energía creativa”. ‘Hoptimes’ –una inusual y alegre pieza tipo “country”- muestra su propósito de hace sonar el piano como si fuese un banjo, testimonio de su admiración por Chris Thile y Béla Fleck, mientras que la última pieza, “Seven Miles Road”, es reflejo de su sempiterno optimismo. “Mis discos siempre van a terminar con un ‘vale la pena’”, recalca con una sonrisa.

Hopkins presentará “Aeropiano” –el disco completo y con los mismos músicos que participaron en la grabación- el próximo jueves 21 de mayo, a las 7:30 p.m., en el Museo de Arte de Puerto Rico, en Santurce, una oportunidad para apreciar en vivo una de las mejores grabaciones de jazz hechas en Puerto Rico.

“Me siento bien afortunada. Tengo muchas historias que contar y se convierten en música de forma bien natural”.